Transcribimos en este artículo las experiencias de los/as jóvenes participantes en el Intercambio Juvenil “Out of Spiral” en Hopeland, Argolida (Grecia) el pasado mes de septiembre. Este proyecto se trabajó un método de construcción de comunidad y naturaleza como herramienta de relajación, reconexión y regeneración.
España, septiembre 2021
Creo que el paisaje representaba perfectamente lo que cada uno llevábamos dentro. Seco, neutro, polvoriento, en ocasiones molesto. Le faltaba verde alegría, le faltaba agua, le faltaba vida.
Pero ahí nos reunimos. Treintaicinco extraños de distintas puntas de Europa, con distintos golpes que sanar.
Allí. En ese paisaje seco, neutro, sin agua, sin vida, posamos nuestras maletas, nuestros miedos, nuestras heridas, para comenzar un viaje muy personal hacia afuera, desde dentro.
Cada uno llevábamos un bagaje distinto, eso está claro, y por ello, cada uno se acercó a “puertos” distintos, donde emprender su propio camino.
Lo que sí teníamos en común era la desconexión forzada. Nada de contacto con el exterior, teléfonos apagados, ordenadores desenchufados, tan sólo el aquí, el ahora, el tú, el yo, el nosotros.
Se nos había olvidado lo rico que sabía conectarse con el inefable oxímoron de los atardeceres. Levantarse y acostarse con el sol. Moverse con los ciclos. Desconectar para conectar con lo esencial. La vida es más sencilla de lo que nos han contado.
Les hay, que optaron por el silencio y los paseos entre olivos con la compañía secreta de los chacales.
Les hay que prefirieron compartirse uno a uno, y abrirse como un libro buscando quizás consuelo, empatía, un abrazo o tan sólo escucha…
Les hay también. quienes dirigieron su cuerpo a mantenerse ocupados limpiando, cocinando, construyendo.
Les hay, quienes rompieron la barrera del lenguaje para llegar más allá de las palabras.
Quienes prefirieron conectar con otros grupos y olvidar en una esquina las maletas que trajeron.
Quienes optaron por arrancarse la costra, sangrar a cuerpo abierto esperando ser recogidos por el resto.
Y les hay, quienes escogieron sanar a través de actividades introspectivas que ofrecían los otros.
Sea como sea, como podéis ver, siempre había alguien o algo con quien recoger las maletas y dirigirse al puerto.
Todo recaía en el conjunto. En la comunidad. Trabajamos la paciencia bajo un roble que quería protegernos del calor, pero no conseguía cumplir su tarea. Sentados, tumbados, de rodillas, con las posturas más inverosímiles que vuestra mente pueda dibujar, sobre unos incomodísimos bancos que no hacían otra cosa que tensar el cuerpo y por tanto tensar la mente, siendo una fuente de conflictos inagotables que quizás, generaban ¿Crecimiento?
En ocasiones fue difícil, amenazante, intrigante, pasivo, aburrido, lento, agrio, provocador…
Romper con los patrones del uno para construir patrones de un todo.
Construir una nueva familia en diez días, sin directriz alguna, con heridas propias, golpes propios, miedos propios y maletas propias no es tarea fácil.
Pasar por encima de las heridas propias, golpes propios, miedos propios, límites propios y maletas propias, no fue tarea fácil.
Pero fue. Y cada uno nos llevamos un pedacito de olivo, kilos de tierra en polvo sobre el cabello y desde luego la sensación de no ser sólo uno, ser parte de un todo.
La salida, es hacia a dentro
The way out (of the spiral) is within